Por la Pastora Francys de Vegas.
Gilgal: la
última parada de los israelitas después de estar 40 años en el desierto. Dios
les había dicho que llegarían a la Tierra prometida, donde fluía leche y miel.
Podemos leer en el Libro de Números capítulo 13, como Moisés envió 12 espías,
para ver el país, sus debilidades, fortalezas. Estos hombres escogidos vinieron
sumamente impresionados al ver la excelencia de ese lugar, tanto así, que
trajeron como muestra los frutos de allí. Pero diez de ellos regresaron
asustados: solo miraron con sus ojos físicos la realidad que los rodeaba, que
incluía hombres fieros y gigantes, que no les permitirían conquistar la tierra.
Solo Josué y Caleb sabían quién era verdaderamente Jehová Sabaiot, el Señor de
los Ejércitos, quien había hecho maravillas en Egipto y los había sacado con
mano fuerte de la servidumbre. Ellos le
creyeron a Dios y manifestaron que eran “pan comido”. Pero por la incredulidad
de la mayoría, Dios los obligo a permanecer 40 largos años dando vueltas en el
desierto. Por supuesto, como Su Amor es inmenso, los cuido, los protegió
sobrenaturalmente, proveyendo una nube que los mantenía refrescados y a salvo
del sol durante el día, y calientes y abrigados durante la noche, ya que se
sabe que en esta parte del planeta la temperatura desciende a grados de
congelación, aunque en el día el calor del sol puede matar gente. Así que Dios
hacia milagros todos los días para cuidar a sus hijos, lo cual también incluyo
comida fresca cada día: mana, codornices y agua.
Pero había
una promesa fiel: llegarían a una tierra donde habría frutos maravillosos, agua
en abundancia, leche, miel, carne de todo tipo, ¡tierra propia!
Había que
llegar allí. Muchos murieron en el camino, sin ver la promesa. Pero un día,
llego EL DIA: llegaron a Gilgal. Enseña La Biblia, que un día comieron mana y
al otro día, los frutos de la tierra. Es decir, de la escasez a la abundancia
en 24 horas. Su realidad fue totalmente distinta en un lapso de 1440 minutos con sus segundos. Después de 14.610
de comer el mismo menú, hoy tenían variedad para escoger. ¡Que Grande es nuestro
Dios!
Quizás aún
tu estas en el desierto, comiendo mana con codornices y tomando solo agua… pero
Dios ha prometido que llegaras a Gilgal y pasaras. Este año lo hemos declarado
proféticamente de cumplimientos. De llegada a donde Dios nos trajo. Del comienzo
de una nueva realidad y temporada para nuestras vidas y ministerio. Como el
aceite deja por la barba de Aarón y corre por sus vestiduras, nosotros, que
estamos seguros que este año el Señor cumple lo que nos prometió en el 2009,
oramos por ti, para que en tu vida también cese el mana. Cese la escasez, el
problema que te agobia, ese hijo descarriado vuelva a Dios, esa esposa o
esposos e reconcilie contigo, llegue la sanidad física tan esperada, tu familia
llegue a los pies de Cristo, tu ministerio despegue, y que haya avivamiento en
tu vida.
Pero para
acceder a la bendición de las promesas maravillosas de Dios y los beneficios de
la tierra prometida, debes pasar por El Collado de los Prepucios. Si lees los
versos 2 al 9 del mismo capítulo 5 de
Josué, podrás observar que la nueva generación que se había levantado durante
los 40 años transcurridos no había guardado el pacto, es decir, no se habían
circuncidado. Solo después que todos los varones lo hicieron, Dios dijo “hoy he
quitado de vosotros el oprobio de Egipto.” Es decir, el pecado, la vergüenza.
El prepucio se interpreta aquí como el pecado consentido del corazón, el pecado
a propósito, lo que no quieres dejar porque te gusta. Pero aunque duela, debes
sacarlo para poder recibir la bendición.
Saca el
prepucio de tu corazón, déjalo en el colllado de Aralot y veras como Dios te
hace pasar Gilgal, para llegar a la Tierra Prometida. Jamás El deja una promesa
sin cumplir.
¡¡Bienvenidos
al 2014!