viernes, 19 de octubre de 2012

DEVOCIONAL DE LA SEMANA: VACACIONES FUSTRADAS


Los chicos estaban orando desde hace un mes por las vacaciones de verano, y  había llegado el día en que conocerían si Dios les había respondido y en qué forma.
Estaban esperando que sus padres les digan si este año irían o no a la playa. Estaban muy ansiosos, pues ya se imaginaban barrenando las olas, luciendo sus trajes de baño, haciendo castillos en la arena, etc.
Estaban casi seguros de lo que dirían sus padres, que viajarían en el mes de enero, cuando hace más calor y no llueve tanto, además generalmente papá tiene días libres en ese mes. Todo cerraba al dedillo.
Ya pensaban en hacer una lista con las cosas que no deberían olvidarse, como un juego de naipes, unas revistas de pasatiempo, hojas, lápices y la pelota. Ah! La caña de pescar! El verano pasado vieron cómo un niño de su edad sacaba peces del agua como si fueran conejos, y se lamentaron de no poder pescar por no contar con el equipo completo.
Finalmente los padres de los chicos llamaron a una reunión familiar y dieron a conocer su decisión:
“Niños, este año hemos remodelado la casa y esto nos ha traído muchos gastos, que si bien estaban contemplados en nuestro presupuesto, nos han dejado con pocos ahorros. No creemos que sea prudente gastarlo para las vacaciones. Así que hemos decidido quedarnos y hacer vacaciones en casa.”
 Las caras de los niños se iban desfigurando a medida que oían la peor noticia de sus vidas. Uno de ellos se puso a llorar, la hermanita pataleaba en el suelo y el mayor de los niños se quedó mudo, como si le hubieran cerrado la boca y no podía emitir una sola palabra.
Los papas, aunque estaban tristes, les dijeron palabras de aliento y lograron calmarlos diciendo:
“Chicos, amamos a Dios, y le hemos pedido a Él que nos guíe en esta decisión, le hemos dicho que queremos hacer su voluntad, porque es agradable y perfecta y hemos entendido que debemos reservar nuestros ahorros, y que este año hacer las vacaciones en casa es lo mejor para nosotros aunque no lo entendamos.” Explicó el papá, y luego agregó que en la Biblia hay una promesa que Dios le hace a quienes le aman y que dice:
“Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de los que lo aman y son llamados según el propósito que Él tiene con ellos” Romanos 8:28
Entonces, aunque los chicos estaban desilusionados porque no podrían ir al mar este verano comprendieron que si había orado para preguntarle al Señor qué debían hacer, y él había respondido de esta manera ahora no podían cuestionar la decisión. Seguramente quedarse en casa esas vacaciones cooperaría para el bien de ellos, aunque en ese momento no sabían bien por qué.
Cuenta la historia, que ese verano una mañana escucharon el timbre de su casa. Eran sus primos que venían de lejos a visitarlos de sorpresa. Los chicos saltaban de la alegría con saltos y gritos de júbilo tan eufóricos que hasta algunos vecinos salieron a la puerta para ver de qué se trataba semejante alboroto.
En ese instante, uno de ellos miró al cielo y recordó la promesa que Dios le había dado, y entendió que aquella decisión que lo hizo llorar tanto cooperó para el bien de ellos y de toda la familia.
Dios fue fiel con ellos y cumplió su palabra!
Por Natalia Managó

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